miércoles, 4 de junio de 2014

Hoy quiero platicarte algo distinto...

Esta vez no quiero hacer mucho alarde, esta vez quiero aprovechar todo lo que tengo, todo lo que soy. No voy a justificar mis palabras ni pensamientos, no voy a teorizar lo que estoy pensando. Simplemente, voy a compartir lo que creo, ha definido, no sólo en esa, sino en muchas circunstancias, lo que soy, mi pasión.

Nací desacompañado, en un mundo que se ilustraba por ideas falsas y conceptos comunes; nací en una familia enorme que irónicamente se componía por mi mamá, la persona que nos ayudaba en el servicio de la casa, y yo. Éramos tres, de hecho, casi dos, porque mi mamá trabajaba todo el día y llegaba a casa hasta tarde, como a las 7 u 8. La hora nunca la tuve presente, no me importa mucho. Pero, de eso no quiero hablar en este momento, sino del resultado de esa etapa de mi vida.

Siempre me ha gustado pensar que soy una persona con una capacidad imaginativa muy amplia, tal vez esa es la razón por la cual mis momentos de soledad como niño no eran tan significativos. Podía imaginarme cosas, entrar en otro mundo con mis juguetes, subirme a la cama y brincar en ella sin que me dijeran que estaba mal hacerlo. Podía ver televisión hasta la hora que quisiera. Tenía libertad de salir o entrar, comer algo sí lo quería, estar descalzo o sin playera. Podía hacer cuantas cosas me gustaban sin tener límites. Es por ello tal vez que pienso, la "ausencia" de mi mamá no fue en verdad una ausencia como tal, sino la oportunidad para que estuvieran presentes todas esas, mis aspiraciones personales, mis necesidades infantiles.

¿A qué voy con todo esto? La verdad es que a ningún lado, no quiero llegar a un sitio concreto, sólo a ese momento, el momento en que logré lo que siempre había soñado, el momento en que conocí esa parte de mi que siempre había imaginado. Fue entonces que me di esa marometa. Corrí, tome impulso, y de golpe di un brinco que se convirtió mágicamente en un giro excepcional. No puedo creerlo, pude darme la famosa marometa que siempre había soñado. Esa imagen que veía en la televisión, los efectos especiales que componían mis juegos con peluches y muñecos, esa idea utópica de volar y en el aire girar, se hizo realidad en mi cuerpo.

No importa si estaba sólo el día que llegué al gimnasio olímpico para intentarlo, no importa si había otros detrás de mi esperando su turno para brincar. Para mi, lo único que importaba era que estaba frente a mi reto favorito. Era cuestión de correr con decisión y brincar sin miedo, ya conocía la técnica, ya sabía qué tenía que hacer, sólo era cuestión de hacerlo, de olvidar todo, de vivir sólo ese momento. Yo podía darme esa marometa, vaya, me la di. Me di la marometa. Giré en el aire y caí de pie. Qué cosa más impresionante, qué logro. La verdad es que nunca pensé que fuese imposible.

Gracias,




No hay comentarios.:

Publicar un comentario